¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base a unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualquiera?

Al realizar la lectura de Xavier Vargas, considero que antes que nada hay que determinar sobre competencia, aprendizaje, aprendizaje significativo y aprendizaje situado; para posteriormente dar respuesta a ésta pregunta.
El término competencia ha sido definido por un grupo de maestros universitarios “Competencia es la capacidad para movilizar saberes en un contexto determinado, en la acción y con éxito, para satisfacer necesidades, atender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos. Por lo tanto si se nos indica que las competencias movilizan conocimientos; entendemos que la movilización de conocimientos no puede ser un acto que parta de cero.
Ahora bien el aprendizaje, en su origen etimológico, aprehendizaje nos devela el acto intelectual humano de prender, de coger de apresar, de adoptar, en fin de un acto mental de apropiación. Por lo tanto esa apropiación es de la realidad y construcción de sí mismo para convertirse en un aprendizaje significativo.
Carl R. Rogers, desde la corriente de la psicología humanista-existencial nos dice: “Una persona aprende significativamente sólo aquellas cosas que percibe como vinculadas con la supervivencia o desarrollo de la estructura del sí-mismo”.
La corriente teórica propia del constructivismo considera al aprendizaje significativo como un aprendizaje donde los contenidos nuevos pueden ser asimilado a los viejos, dentro, siempre, de la estructura cognitiva del sujeto. De ahí que Perrenoud afirme: “Una competencia se reconoce al relacionar de manera adecuada los conocimientos previos con un problema”.
En el aprendizaje situado, al hablar de situar el aprendizaje habrá que tomar en cuenta no solo el lugar concreto donde se puede acceder a los problemas, sino también otras realidades de distintos tipos que deben ser consideradas como parte fundamental de ese sitio donde se ha de ubicar el aprendizaje.
Ahora bien todo ésta información nos lleva a una análisis un tanto complejo pues al conocer lo que encierran esta concepciones damos respuesta a la interrogante: el conocimiento no puede ser algo tan trivial pues al contemplarse como objetivo que el estudiante adquiera las competencias que le sean necesarias, y además estar conscientes que el aprendizaje de cada individuo tiene su propia forma de adquirirlos, esto implica todo un reto para el docente. De aquí parte el verdadero trabajo, al proveerle al alumno los instrumentos necesarios para su aprendizaje, pues se ha convertido en un facilitador para él; es tarea ardua diseñar actividades adecuadas al tipo de competencias que se pretende desarrollar.
El maestro no es responsable del aprendizaje del alumno, pero si es responsable de crear el ambiente favorable para que éste aprenda.
Además no es nada fácil determinar el instrumento que permitirá evaluar las competencias a desarrollar; pues éste debe permitir la apreciación de los cambios que el alumno ha tenido como ser humano y también deberá permitir observar cambios estructurales que se dan después de su interacción con el objeto de estudio y también incluso en el proceso mismo.
Concluyo que es importante reconocer que la evaluación tiene sus limitaciones por lo tanto hay que evitar que se constituya en la única fuente desde la cual el docente pueda valorar las competencias que ha adquirido en su proceso formativo un individuo.